27 de marzo de 2009

Un día (tercer round)

Te subes al coche. Ya cansada de la sonrisa falsa que

lleva en tu cara toda la mañana. Ahora, tu cara de si-

vuelvo-a-ver-a-un-viejo-pidiendo-hora-le-mato. Espejos.

Retrovisores. Gafas. Para conducir hay que ponérselas, no es

tu intención matar a nadie. Cigarrito. Radio. Los cuareeeenta

principaaaaales. Mola. Te gusta conducir. Y más si se trata

de ir a casa a comer. Joder qué hambre. Aparcas en la puerta

de casa. Zona azul. ¡Cabrones! ¿Hay correo? Sí, claro,

facturas. Pues vale. Tres pisos sin ascensor. Pero ya no te

afectan y menos ahora que has perdido un kilito. Estás

ligera. A la vez que tú sube el viejo del segundo. Subes dando

pequeños saltitos. No sabes a quién pretendes demostrar lo

ágil que estás; si al viejo o a ti misma. Da igual. El caso es

que ya estás arriba. Abres. Dejas en la entrada las facturas.

En esa montaña de papeles que hace años que no miras pero

que te da miedo tirar. Nunca se sabe. El bolso en la mesa del

comedor. Al lado de un móvil de juguete, una botella de

plástico vacía, y 500 instrumentos de médico de plástico. Y la

carpeta. Pero, ¿por qué vas paseando la carpeta? Ni idea.

Tienes media hora para comer, si luego pretendes hacer algo

con este desorden. ¿Ensalada y sadwich de queso? Sí.

Perfecto. O, cómo diría tu fiera, “delichiooso”. Qué hambre

tenías. ¿Y ahora? Dos opciones: recoges y limpias o te echas

la siesta. En fin, ni una ni la otra: pierdes el poco rato que

tenías delante del ordenador. Es la hora. Coges el bolso, un

colacao, un bollito y sales pitando, en la autoescuela abren a

las 4 y podrás hacer tests durante 45 minutos antes de ir a

recoger al niño. Todo controlado. Subes al coche. Espejos.

Retrovisores. Gafas, ya sabes. Radio. Los cuareeeenta

principaaaaales. Mola. ¡Mierda! La carpeta de la autoescuela.

En fin, pasas de subir tres pisos otra vez. Ya en la

autoescuela, rodeada de críos. ¿A qué han venido? A hacer

tests, no. Desde luego. Se te pasa por la cabeza pedirles que

se callen. Pero claro, ni se te ocurre. Pasas de quedar como la

típica señora (que es como ellos te ven, aunque te pese)

amargada. Recuerdas cuando tú te sacabas el carné de

conducir y había una de esas en la autoescuela. Así que te

callas. Tú eres guay. Te estás sacando el BTP. Y además no

fallas ni una. De nuevo te reafirmas en que eres la polla. Sí

señor. Las cinco menos cuarto. Te piras. Tu fiera está a punto

de salir del cole. Tercer round.

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