13 de agosto de 2010

Un día... Como empresaria en 5 rounds :)





Nina, tu perrita de dos kilos ha decidido que ya está bien de dormir por hoy. Salta sobre ti, te lame, te gruñe, te ladra… A esta perra sólo le falta hablar! Pero dale tiempo… Intentas quitártela de encima y reñirla de forma contundente pero sin gritar, sólo falta que también se despierte el niño, y entonces si que ya se acabó el dormir. Miras la hora en tu móvil: las seis de la mañana! Te cagas en la perra, será posible?? Una hora te lleva convencerla de que quieres dormir un ratito más. Y al final se resigna, claro. Y decide hacerse un ovillo a los pies de tu cama mientras espera. Y justo cuando piensas: por fin! Es cuando suena la alarma del móvil. En ese momento no sabes a quién tirar por la ventana, si a la perra o al móvil o a tu hijo, que al escuchar la alarma se ha plantado en tu habitación y se ha puesto a jugar con Nina, en tu cama, saltando y sin consideración alguna por tu mal humor matutino… Aaaaaaargggg. Así que te levantas, te pones un pantalón y, tal como estás, con esos pelos, le pones la correa a Nina y la sacas a la calle. Ella no se anda con rodeos y en un minuto ha hecho todo lo que tenía que hacer, si es que la pobre se quejaba con razón. Entráis en casa, y preparas un café y un colacao. Ponemos la tele? Vale. Y desayunáis viendo dibujos, como está mandado. Recoges y friegas, en tu minicasa no puede haber desorden, y te duchas en un plis. Vistes al niño, te vistes tú y directos a casa de los yayos. Nina se queda solita, qué pena! Adéu nineta, porta’t bé cuca. Ainsss. Llegáis a casa de los yayos y entonces es tu hijo el que no quiere que te vayas, qué pena! Adiós vida, pórtate bien y no des guerra, cariño, que la mama llegará en seguida. Ainsss. Y sales pitando para la tienda. Primer round.


Llegas a la tienda. Subes la persiana a la mitad y entras. Abres a las diez y son las nueve y cuarto. Barres. Friegas. Limpias el mostrador, los cristales. Enciendes el ordenador… Y, mierda, te llegan albaranes. Eso significa que hoy te llega género. Empiezas a desesperarte, dónde vas a meter tú todo eso?? Resulta que tu tienda mide 30 metros cuadrados, pero recibes el mismo género que las tiendas de cien metros. Que por qué? Pues porque sí. Eso es tener una franquicia. Es fantástico. Y, cuándo recibes el género? Cuando lo decides tú? Nooo. Es sorpresa. En fin, te vas al banco, y a tomar una café, aún no es la hora. Tus vecinos de local, el florista y la frutera ya están en el bar. Es el mejor ratito de la mañana. Cinco minutos de risas, cotilleos, anécdotas. Y a las diez en punto ya estás en tu tienda, con la sonrisa puesta. Esperando. Por la calle pasa mucha gente, eso es cierto, y si no tenían pensado pasar por ahí, cambian de idea cuando oyen a la frutera. DOS LECHUGAS UN EUROOOOOOO, LOS TOMATES DE LA PAYESA A OCHENTA Y NUEEEEEEEVEEEEEEE Cuando no canta QUÉ BONITOS SON ESOS DOS OJOS NEEEGROOOOOS Así que movimiento, hay. Y tú vas mirando a los viejos y recuerdas cuando trabajabas en el ambulatorio y deseabas que no entrara ninguno. Madre mía, cómo ha cambiado el cuento. Ahora estás pensando en que ojalá entraran todos uno por uno a verte. Ya les vas conociendo. Está la de las camisetas de tirantes, que cada día te pregunta si tienes y cada día le contestas que no y cada día ella replica que las camisetas de tirantes para niño existen, que ella las ha visto, y tú le dices que tiene razón, que existen, pero que ya no te quedan. Está la que el primer día te compró una camiseta de un euro y medio y ahora se pasea por la tienda, cada mañana un ratito, con ese aire de la que ya conoce la tienda porque ella compra ahí. Está la que debe tener un problema, porque si no compra algo cada día, aunque sea unas braguitas, no sería ella. En fin, y tú, mientras, intentas hacer espacio entre las perchas para cuando llegue el género del albarán de esta mañana. Que si pongo esto aquí, que si ahora queda raro, que si aquí hago un hueco. Hasta la una y media. A esa hora, apagas el ordenador, la impresora, el ventilador, las luces, te despides de la frutera, del florista y bajas la persiana. Segundo round.


Subes a tu coche. Hay cosas que nunca cambian. Tus gafas. Tu cigarrito y la radio. Los cuarenta principaaaaleeeees. Mola. Y te vas muerta de calor hasta tu casa. No pones el aire acondicionado, no lo pones nunca. Resulta que con la mierda de ser empresaria te estás dejando una pasta en gasolina, así que bajas la ventana porque te da la sensación de que así gastas menos. Llegas a tu casa y Nina te espera en la puerta moviendo el rabo como una loca. Hola nineta! Se vuelve loca. Le pones la correa y salís a la calle, y cuando ya se le ha pasado la euforia de verte, hace un pis y al coche las dos. Llegas a casa de los yayos, con Nina, y entonces es tu hijo el que menearía el rabo si lo tuviera. MAAMAAAAA. Hola cariño! Que bonito es que te quieran tanto! Y qué pena, oye! En fin, comes con tus padres y tu hijo mientras Nina va dando vueltas entre los pies de todos, por si cae algo. La pobre ya no pide, pero no pierde la esperanza de que algo caiga. Después de comer, tu hijo: juegas conmigo, mama?? Claro! Así que el niño es este, y tu el otro, y el suyo dice: hola amigo, y tú: hola, qué tal?, y el niño: yo era un policía! No! Yo era un bombero! No! Yo era que iba en avión y tú tenías un barco! No, no! El barco también era mío! Y así pasáis el rato del mediodía, entre policías y bomberos y vaqueros e indios y lo que haga falta. Tu hijo tiene mucha imaginación. Hasta que llega la hora de irte. Mama, no te vayas, joooo. Vida, pero si vas a ir a la piscina con los yayos, verás qué bien! Bueno, vaaaleee. Y coges a Nina y te vas. Otra vez a tu casa, a dejarla a ella. Y ella que aún no habla, pero todo se andará, se tumba en el sofá con cara de: bueno, adiós, pero que sepas que no me hace ni puta gracia que te vayas otra vez. En fin, camino a la tienda otra vez y sin poner el aire, claro. Ainsss. Tercer round.


A las cinco y media en un punto ya has abierto de nuevo y estás esperando con tu sonrisa puesta de nuevo. Y llega el transportista. Bufff. Son siete cajas. Ah, mira qué bien. Pues ponlas donde puedas. Y ahí te las deja. Y se va tan contento. Y tú empiezas a sudar y no paras hasta que está todo en su sitio. Te has peleado con las cajas en tu almacén de… Más o menos… Medio metro cuadrado! Pero al final has conseguido, de nuevo, que te quepa todo. El próximo envío, dios dirá. Y a las ocho, por lo visto, es cuando los sueltan a todos en este pueblo. Es más o menos a esa hora cuando deciden pasarse todos por mi tienda. Y que si tienes esto? O aquello? Y que si dame, y que si dime y que si quiero… Pero tú feliz, eh? Esa es la idea: vender! Pero no todos a la vez, coño! En cuanto se van, haces caja. Ahora ya lo tienes por la mano, al principio un lío… Claro, es que tú no habías contado nunca dinero. Pero ya está, además al ritmo que vendes, teniendo en cuenta que es verano y que estás de rebajas… No estamos hablando de cantidades ingentes de dinero, ni mucho menos. Después de hacer caja, la copia de seguridad. Por último, conectas el módem, órdenes de la franquicia para tenerte controlada, apagas el ventilador, las luces y bajas la persiana. Mañana, más. Cuarto round.


Vas directa a casa de tus padres. Nada más abrir la puerta, tu hijo: MAMAAA ME QUIERO QUEDAR A DORMIIIIR. Y tu madre: déjale, pobre, así mañana no madruga. Y tú, viendo los ojitos de tu niño, al que le encanta dormir con los yayos, que tanto le consienten, no puedes evitar pensar que se te escapa de las manos, que hoy sólo le has visto un ratito al mediodía y que hasta mañana al mediodía no le volverás a ver, y que en buena hora se te pasó por la cabeza poner una tienda. Pero le dices que vale, y él te abraza y grita: bieeeeen! Y cenáis allí todos, claro. Y mientras cenas, piensas en tu perrita Nina, y te invade un deseo de poder desdoblarte que no lo sabe nadie. Pero no puedes. Después de cenar, dejas a tu niño preparado para meterse en la cama, en pijama y con los dientes lavados. Buenas noches, mi vida, la mama se va. Pórtate bien, eh? No des guerra. Vale mama, adiós mama, hasta mañana, mama. Ainsss. Y te vas. Llegas a tu casa y Nina, que es pesadita la pobre, pero es más buena que el pan y no es rencorosa en absoluto, salta de alegría al verte y se pone como loca, como siempre. Esta perra te adora! Y tú a ella! Cuando sea un poco más mayor y no esté tan loca de remate te la llevarás a la tienda. Y después de sacarla a la calle, te pones un café y te sientas en el sofá, delante del ventilador. Qué estará haciendo tu churri? Le llamas. Está en el sofá, como tú, pero él con su aire acondicionado. Voy? Vente, cielo. Y coges a Nina y te vas. Cuando llegas, hola cariño, qué tal? Le cuentas. Te cuenta. Y te acuerdas de que el florista te echó las cartas ayer y entre tu churri y tú estaba el trabajo. Se lo comentas. Es cierto. Sí. Pero tú no has dejado de quererle ni un poquito. Lo sabe. Él tampoco y tú también lo sabes. Estáis agotados y no tardáis en iros a la cama los tres. Te abraza. Y tú te duermes pensando en qué bonito sería si esto, o si aquello… Hasta que Nina decida que ya es la hora de levantarse, claro. Quinto round y K.O.

6 de abril de 2010

Minicasa

Ya hace más o menos un mes que estamos instalados. Rodeados de trastos, pero instalados. He currado un montón. Estuvimos 15 días en casa de mis padres y fueron 15 días de trabajo sin parar. Para empezar, hubo que vaciar el piso en el que habíamos vivido 4 años. Un tercero sin ascensor... Si no di 30 viajes subiendo y bajando no di ninguno. Estuve 3 días con dolor de cervicales de cargar trastos. Y eso que había tirado ya muchos... Increíble. Para lo más pesado, la cama y la tele, tuve que pedir ayuda. Porque una es muy chula... Pero no es superwoman. En fin, esa fue la primera parte. Luego vino pintar. Dios, os juro que si lo sé la dejo de amarillo y fúcsia! Compré pintura blanca, no sólo porque es la más barata, sino porque al no decidirme por ningún color, pensé que el blanco era la salida fácil... Qué gran error!! Le tuve que dar 4 manos a toda la minicasa... Ese amarillo no se iba de ninguna manera! Pero quedó blanca, vamos si quedó... Y ahí vino el disgusto: resulta que al ser una casa de piedra, las paredes que estaban en contacto con el suelo tenían humedad. O lo que es lo mismo: eso no se podía pintar. Así que tenía una minicasa, blanca, con la parte de abajo de las paredes llena de roales en los que saltaba la pintura y el yeso. Buf! Ahí me vine abajo. Pero cómo se suponía que iba a arreglar eso? Yo esque soy de tendencia pesimista... Las cosas como son. Entonces, hablé con la dueña. Y ella me propuso, la mar de contenta (ella es que es así) poner un friso de baldosas, que los había preciosos y super baratos!! Aaaah... Súper baratos... Pensé... Pues espero que se refiera a súpergratis, porque por barato que sea, me he dejado la pasta en la pintura blanca de los co... Y así se lo dije: no tengo pasta, ni mucha ni poca. No hay. Y llegamos a un trato. Ella pagaba las baldosas y yo ponía la mano de obra. Vaaale. Porque resulta que mi chico es muy apañao. Igual se cose las cortinas de su casa, que pone baldosas. Y me las puso. Sí, sí. Pero bien, eh? Haciendo los agujeritos para los enchufes y todo. Eso empezaba a parecer una casa otra vez. Quedaban los muebles. Unos muebles heredados de madera, hechos polvo... Pero como ya le había cogido el gusto a la brocha... Resultado: mueble del salón, blanco, con tiradores cromados; cómoda de mi hijo azul marino, con tiradores en forma de coche; armario de mi niño azul marino (aún no hay tiradores, hay que ver lo caros que son! ). El resto de muebles: un par de mesitas, la mesa y sillas del comedor... Regalo de cumple de mis padres!! Total, que ahí estamos. Con la casa llena de trastos entre cajas de herramientas, capazos, sacos de cemento... jajaja Pero instalados y contentos. En cuanto quite los trastos y mejore el tiempo, prometo un piscolabis de inauguración en el terrado! Os mantendré informados :)

Agua!!

No sé si había comentado que estoy pendiente de que me den de alta el agua y la luz en mi minicasa. Hasta que eso no ocurra no es plan de ponerse a lijar muebles, ni a pintar, está claro. Pero aunque se supone que faltan sólo un par de días, yo soy así, de naturaleza ansiosa, y hoy he decidido pasarme por allí para ver si podía adelantar algo, yo qué sé. Aunque fuera a sentarme un rato a mirar el salón imaginándolo ya con los colores que tengo en mente. Así que, después del gimnasio, he cogido el coche y me he plantado en mi minicasa. Y menos mal!! Resulta que ya habían dado el agua y el grifo donde va la lavadora estaba abierto! Vamos, que estaban mi minisalón y mi minibaño totalmente inundados! La que se ha liado… En el salón había un parquet, de esos de clik, que yo no tenía claro si quitarlo o no. Pues hoy he salido de dudas. Por debajo del parquet había tanta agua que he vaciado un cubo entero dos veces. Pero ha sido una suerte que el parquet estuviera ahí, porque si no se me hubieran mojado los muebles, el sofá, la lavadora… Ainsss Me he pasado la mañana recogiendo agua, arrancando parquet y moviendo muebles. Si lo sé, paso de gimnasio hoy. Pero el caso es que ya no hay agua. Ni parquet. Y con el suelo blanco parece que el salón haya ganado un par de metros jejeje. Y al final, me he sentado y he imaginado mi minicasa de blanco, gris y fucsia… Y queda de puta madre! Y de paso he escrito una nota mental. Lo primero que he comprado para mi casita ha sido un cubo y una fregona, pero lo segundo que compre va a ser un cenicero :) que ahora ya he fregado el suelo… Mañana voy a comprar la pintura, seguiré informando.

Maldito dinero!

A mí cobrar me pone de mala leche. Parece raro, lo sé, pero así es. Porque me paso todo el mes hasta el puto cuello, haciendo malabarismos esperando a que llegue el día 10 para cobrar. Y ese día, que ya me levanto pensando en si habré cobrado por fin, y lo primero que hago es conectarme a internet, resulta que sí, que he cobrado. Y también la del alquiler, el del agua, el de la luz, los de vodafone, los de telefónica, los del gimnasio… Por lo visto han madrugado más que yo, los hijos de puta, y me pongo de una mala leche… Y empiezo a pensar… Realmente, REALMENTE necesito el móvil? Porque me ahorraría pasta eh? Y el gimnasio? Porque encima, con el hambre que me da me estoy poniendo como una vaca… Lo que significa que me gasto más en comida… Lo que significa que tarde o temprano necesitaré ropa nueva… Lo que significa… Aaaaaaargggggg Y me entra un dolor de cabeza de tanto darle vueltas… Entro en el google, san google, y escribo “dinero gratis”. Por probar. Por lo menos, me salen mil páginas. Yo flipo. Será verdad? Pues no, las he mirado las mil y eso no existe. Qué cabrones. Debería estar prohibido jugar así con las ilusiones de la gente. Pruebo con “dinero barato”. Eso parece más realista… Pero tampoco. Joer. Sigo dándole vueltas. Podría vender algo. La gente vende de todo. El otro día, sin ir más lejos, vi que uno vendía un juego de dados de poker. 3 Euros. Vaya tela. Pero si, viva donde viva ese tío, me va a salir más caro ir a buscar los dados que bajarme al chino de la esquina, que los vende por un euro. Y qué podría vender yo? Pues nada. Lo poco que yo tengo son cosas que ni yo misma compraría… No ha sido buena idea. Y vender kleenex en un semáforo? Eso mola. A euro el paquete. Dicen que el primero te da vergüenza, pero luego se te pasa. Eso sí, me tendría que ir bien lejos. Imagina que me ve… No sé… Mi padre! Buah! Me imagino su cara, ahí plantado en el semáforo, y yo con los kleenex… Jajaja Que va. No me saldría a cuenta la gasollina para lo lejos que me tendría que ir. Idea descartada. Y es una pena, porque esta era buena… Mecachis! Qué chungo. Ya sólo se me ocurren cosas ilegales. De las que se nos ocurren a todos. Bueno, eso quiero pensar yo, que se nos ocurren a todos… Pero también las descarto, claro. Y de no descartarlas, no lo iba a poner aquí, nos ha jodido, que mi madre también tiene facebook! Al final, apago el ordenador. De mala leche y con dolor de cabeza. Pero llegando a la conclusión de que, si he llegado hasta aquí este mes, pues llegaré hasta el día 10 del mes que viene… No? Y que lo más importante es tener salud… Ah! Y amor… Qué bonito es el amor… Sobre todo cuando no hay dinero… Ainsss.

Me mudo :)

Sí, me mudo. A una casa... Bueno... A una minicasa. Es una casita de pueblo, de esas pareadas, en las que siempre viven viejecitos. Tiene dos plantas, en la de abajo, el comedor, la cocina y el baño; y en la de arriba dos habitaciones. Ah! Y encima, el terrado. Genial. Dicho así suena de maravilla, no? Paso de contaros que el salón es tan pequeño que voy a tener que cortar los muebles. O que mi habitación es tan estrecha que no se pueden abrir las puertas del armario... Pero quedará preciosa. Cuando la pinte. Resulta que ahora está pintada de amarillo y fúcsia! Yo flipo... Y de qué color la voy a pintar yo? Ni puta idea! Qué difícil es esto de la decoración... Yo, que me he cambiado de piso unas mil quinientas veces, jamás había tenido que preocuparme de decorar. Y ahora, de repente, he de decidir el color de las paredes, de los muebles, de las puertas... Buff!! Y eso cómo se hace? Todos los colores me parecen horribles. Porque no es lo mismo decidir el color de una camiseta, que de una pared. Que va. La camiseta te va a durar una temporada, y te la vas a poner de vez en cuando. Cualquier color es bueno para una camiseta. Pero cómo se supone que voy a decidir el color que voy a tener delante mientras ceno, cada unos de los días de mi vida?? Imposible. Así que de momento, ni idea. Pero eso no es nada, el color de las paredes puede esperar. Lo chungo ahora es plantearse cómo voy a meter en mi minicasa la gran cantidad de trastos que he acumulado aquí. No se puede. Cuatro años viviendo en un piso enorme, acumulando mierda, porque es mierda... Así que estoy haciendo limpieza. He tirado tantas cosas... Por ejemplo, tenía un armario llenito de bolsos rotos. En serio. Todos rotos! Y qué hacían en un armario? No se sabe, pero ahí estaban. Los bolsos fuera. Otra cosa, los zapatos. Una colección de convers rosas y negras destartaladas. Soy muy tradicional, siempre me compro las mismas convers, pero cuando están para tirarlas... Pues las meto en un armario... En fin, estas fuera también. Y papeles... Eso será complicado, no quiero ni pensarlo. Porque para eso soy muy rara, pero no soporto tirar un papel en el que he escrito algo, lo que sea. Pero hay que seguir con la limpieza, en mi minicasa cabe lo justo. Estoy muy emocionada con el cambio. Creo que se me está yendo un poco la olla... Ya no puedo ver una casa, ya sea en la tele o en persona, sin fijarme en la decoración. Mira esta, de gris y blanco; mira la casa del anuncio de pan bimbo, es azul. Mira los tiradores del mueble de la casa del tio de la serie esa... Es una enfermedad! Ya no sé cuántas veces he hojeado el catálogo de Ikea. Madre mía, y yo sin un duro! Porque mira que es barato el Ikea! Que si este mueble, 20 euros, que si un sofá, 100 euros, que si un espejo, 7 euros... Tirado!! Pero tienes tú 127 euros?? Porque yo no! Así que los muebles y el sofá y hasta la lavadora son heredados. Un poco cutres... pero nada que no pueda arreglar una funda y una capa de pintura... Que, por cierto, no os sobrará a alguno una latita de pintura... El color me da lo mismo, es más, así no voy a tener que decidirlo. El caso es pintar gratis je je je. El tema interesante es que la casa es con derecho a compra. Qué interesante, eh? Y que una vez la compre, voy a poder reformarla y convertirla en una superminicasa! Sí, sí. Le pondré una chimenea, y una escalera de caracol, y una barbacoa en el terrado y un baño arriba... Ainss... Vamos a pasar por alto que estoy en paro, que no tengo ni un duro, y que no me dejan ni vender escobas... En fin, quedo a la espera de ideas para pintarla y de latas de pintura gratis!!

27 de enero de 2010

Un día... en paro (quinto round y K.O)

Son las cinco menos cuarto. Estás en la puerta del cole esperando a tu hombrecito. Te gusta. Es una de las cosas buenas que tiene estar en paro. Tú le llevas. Y tú le vas a buscar. Por un lado, las madres divinas, tan monas ellas, como esta mañana. Pero por la tarde es diferente. Ahora no estás sola. Contigo están las madres como tú. O como eras tú antes. Madres separadas, trabajadoras, con cara de agotadas pero sonrientes, porque no han llevado ellas a los niños al cole esta mañana, pero ahí están para recogerlos. Es vuestro ratito de gloria. Os preguntáis qué tal, os comentáis lo último que ha hecho o dicho el hombrecito digno de elogio. Ellas te envidian por estar en paro. Tú las envidias por tener trabajo. La una está contenta porque ha dejado a su novio, la otra, triste porque el otro no quiere ser su novio. Y tú no comentas nada, porque tú novio te ha dejado y ellas que lo saben te preguntan que qué tal en el gimnasio. Y salen los niños. Mi hombrecito sigue saliendo del cole como un caballo desbocado. Algo te dice que eso no se le va a pasar. Le ves de adulto, saliendo del trabajo (vendiendo escobas, probablemente) como alma que lleva el diablo. Pero tú se lo toleras. Un rato. Hasta que ya consideras que ha hecho el mono suficiente y te acercas y le dices: vámonos. Contundente, pero sin gritar. Hoy qué toca? Piscina? Hoy no. Y a él le da pena, pero tú te alegras de que sólo haya piscina los martes y los jueves. Todos los días no tiene una humor para el estrés que eso supone. Un vestuario lleno de niños y de mamás, todos histéricos, los niños y las mamás, tu hombrecito y tú incluídos. A una temperatura de unos... 40 grados por lo menos. No cariño, hoy no toca piscina. A dónde vamos? Esa es otra. Pues no sabes. Al parque? Síii! Pues al parque. Joder, tú quieres tener 4 años otra vez. Ýa en casa, tu hombrecito sabe lo que hay que hacer. Primero, bañera. Y se pone el pijama el sólo. Primero del revés. Jo, mamaaa, no séee. Pero se lo pone. Y su bata, y sus zapatillas. Y le secas el pelo llena de orgullo de ver lo guapo que está en pijama. Estás tonta. Y, mientras tú haces la cena, tu hombrecito pone la mesa. Eso te gustaría que lo viera todo el mundo. Y como cena, viendo Bob esponja, embobado, nunca mejor dicho. Por último, los dientes, un pipí, un poco de agua y a dormir. Te quedarás conmigo hasta que me duerma, mama? Sí, cariño. Te quiero, mama. Qué zalamero es tu hombrecito. Te preguntas si dejará de serlo algún día. O si lo será con sus novias. En fin, te quedas hasta que se duerme. 10 minutos. Y ahora qué? Miras hacia la tele. Ni lo intentas. Miras el móvil. Mejor no. Y coges el portátil y haces lo único que te funciona: escribir. Porque te llena, te realiza, te define. Y porque esperas que él te lea y sepa que vas a acostarte pensando en él. Ains. Quinto round y K.O.

Un día... en paro (cuarto round)

De nuevo en casa. Y ahora, muerta de hambre. Pues esto te va a salir caro. Teniendo en cuenta que en total habrás quemado unas... 63 calorías, no te compensa salir con tanta hambre. Pero tú almuerzas, qué coño, sino te lo has ganado tú, quién? Y tiendes la lavadora. No sin antes recoger la que tendiste ayer. Que, cómo no, está húmeda. Así que empiezas a desperdigar la ropa por los respaldos de las sillas de tu comedor. Te preguntas si todas las casas de las mamás del cole de tu hijo estarán como la tuya. Esas mamás que llegan al cole divinas, que han tenido tiempo de sobras para reconstruir su cara con brocha y rodillo cada mañana... No. Definitivamente, dudas de que sus casas parezcan un mercadillo persa como la tuya. Pero te encoges de hombros, en realidad qué más da. Además, lo tuyo es temporal. Sólo es cuestión de tiempo que encuentres un trabajo y te hagas rica vendiendo escobas por las casas. Y contratarás a alguien para limpiar tu casa. Aunque, pensándolo bien, no crees que vaya a hacer falta, porque todo el día currando no vas ni a pisarla. Y te sientas en el sofá con el portátil e intentas recordar qué hacías tú antes tanto tiempo en internet. Porque a ti te encantaba internet, te pasabas horas. Sin tenerlas, porque ibas de culo por el puto ordenador. Y ahora, con todo el tiempo del mundo, te parece un trasto inútil. Y acabas jugando al solitario. Ya ves. Y perdiendo, que es peor. Apagas el ordenador y decides que será más interesante echarte un ratito imaginando qué bonito sería si esto o si aquello... Y te suena la alarma, que la has puesto porque te conoces, y te pones en marcha otra vez. Tu hombrecito sale del cole en media hora. Cuarto round.

Un día... en paro (tercer round)

Un cigarro antes de entrar. Pero disimulando, no quieres que te vea el monitor. Y subes las escaleras para llegar al vestuario preguntándote quién te mandaría a ti! Pero ahí estás. Porque hacer ejercicio es sano. Porque libera endorfinas. Porque quemas adrenalina. Y porque la alternativa es quedarte en casa limpiando. Y eso sí que no! Así que te cambias, te recoges el pelo, toalla, botella de agua y pa' dentro. El monitor te saluda con cara de sorpresa. Pobre, se sigue sorprendiendo de que no faltes ni un día. Te has animado? Sí, aquí estamos. Y procuras sonreír, al fin y al cabo no cuesta nada. Y te subes a la elíptica. A tu lado, una mujer de unos... 100 años? está pedaleando a un ritmo que no puedes evitar pensar que si fueran bicis reales, tu a esa mujer no le veías ni el pelo!! Pero qué desayunan los jubilados? Coca? Además, no sudan! Tú llevas 8 minutos y estás sudando hasta por la rabadilla. Así que a los 10 minutos paras. Calorías quemadas: 50. Un café. Vaya mierda. Y te sientas a remar un rato. Aquí no sudas tanto. Tu corazón de fumadora empedernida ya ha tenido bastante por hoy. Pero ay tus piernas. Ellas que desde los 14 no hacen más esfuerzo que el de pisar los pedales de tu coche... 10 minutos más y ya. Y ahora? Pues ahora máquinas. Y empiezas por los glúteos. Por empezar por algo. Si tú ya no crees que haya mucho que hacer, pero por algo hay que empezar. Y después abductores. Esa máquina tiene delito. Ahí espatarrada, como cuando vas al gine, abriendo y cerrando las piernas. Y una a una, recorres todas las máquinas del gimnasio. Joder, tú vas para pasar el rato, pero ya que estás, que se vea interés, no? Después de una hora y media, te despides del monitor y te vas al vestuario satisfecha. Sí, no puedes con tu alma, pero sientes que eres la polla. Y volverás mañana contra todo pronóstico del monitor, como cada día. Quizás al final no acabes así de agotada... O quizas encuentres trabajo antes de llegar a eso. Ojalá. Pero algo te dice, que al ritmo que van las cosas, te haces gimnasta olímpica antes de que te dejen vender escobas donde sea. En el vestuario empiezas a desnudarte intentando pasar lo más desapercibida posible. Tú a lo tuyo, ya sabes, como si tuvieras prisa. Y entras en esas duchas comunitarias que odias. Y ahí estás, rodeada de mujeres desconocidas desnudas que, no contentas con eso, te hablan!! Y pretenden que comentes las jugada ahí, en pelotas! Y tú, sonríes y te duchas lo más rápido que puedes y te envuelves en la toalla. Y entonces vale, si hay que hablar se habla. Si a ti te encanta! Y escuchas la vida de una y le cuentas tu vida a la otra, mientras te secas el pelo y pones en órden todas tus cosas que, sin saber cómo, han acabado esparcidas por todo el vestuario. Y te despides la mar de contenta y te vas. Mañana más. Tercer round.

Un día... En paro (segundo round)

Y ahora qué? 8 horas por delante. De momento vuelves a tu coche como si tuvieras prisa. Que por qué? Ni puta idea, pero tú lo haces. Y vuelves a casa. Y una vez en casa pones una lavadora. Y barres. Yquitas el polvo... Joder, te sientes tan realizada que estás por llamar a tu madre y contárselo. Qué bonito es ser ama de casa... Estás a punto de vomitar! Así que coges tu portátil y entras en infojobs. En este país sólo hacen falta comerciales. Y tú estás dispuesta a vender escobas, si hace falta. Así que haces de tripas corazón y entras en la oferta. Muy bien, quieren a alguen que trabaje de lunes a domingo, de 9 de la mañana a 8 de la tarde, vendiendo escobas por las casas, que sepa inglés, francés y alemán, por el módico sueldo de 600 euros brutos al mes más comisiones. Todo ello tras un periodo de formación de venta a puerta fría, no remunerado y que forma parte del proceso de selcción. Vale. Te apuntas. De perdidos al río. Hay que trabajar, no? Pues no. Te descartan!! Esto que era? Una oferta gancho? Una cámara oculta? Te imaginas a los de la empresa de selección, poniendo la oferta y partiéndose de risa imaginando la cara de la gente que ha tenido el valor de incribirse al descartarles. Hasta aquí has llegado. Apagas el ordenador. Miras hacia la tele. Incluso dudas. Pero no, ni lo intentas. Así que te pones en marcha y preparas la bolsa del gimnasio. Lo repasas mil veces, sabes que al final siempre te dejas algo. Y sales de casa otra vez con cara de tener prisa. Que por qué? Ni puta idea, pero lo haces. Te subes al coche y te diriges al gimnasio. Segundo round.

Un día... en paro. (primer round)

Suena la alarma de tu móvil. Eso no ha cambiado. Resulta que nadie ha tenido la consideración de dejar que las madres en paro llevéis a los niños a las 11, por ejemplo. Que va, él entra a las 9 como siempre. Pero ahora tú tienes la sartén por el mango. Para empezar ya no duerme en tu cama. Es todo un hombrecito de 4 años que ya duerme solo. Y ya no se despierta con tu despertador. Así que te levantas, te tomas tu café, te fumas tu cigarro e intentas organizar tu día mentalmente. Hay que ver cuántas posibilidades!! Bufff Tienes el mundo a tus pies. Podrías hacer lo que quisieras! 8 horas por delante hasta que salga la fiera... Digo... El hombrecito del cole... Si no fuera por el detalle de que no tienes ni un puto duro!! Por no hablar de que el 99'9 por ciento de la gente que conoces, curra. Ains. De momento, decides espabilarte y tirar hacia la ducha. Qué te pones? Qué más da! Total para quién te va a ver. Así que te pones lo primero que pillas y vas a despertar a tu hombrecito. Cariñooo, buenos diaaaas. Has dormido bien, vida? Y él se despereza y se retuerce. Hoy hay cole, mama? Y tú: sí, cariño, hay cole. Joooo, yo no quiero ir al coleee, quiero quedarme un rato más mama, así dormidoo. Le reconoces que a ti tampoco te gustaba el cole, qué sentido tendría mentirle? Estás harta de oír a otras mamás diciendo que el cole mola, porque se aprenden cosas... A quién quieren engañar?! Madrugar es una mierda! Y si es para ir al cole, más! Y tu hombrecito lo sabe. Pero es lo que hay. Así que se levanta y le vistes y le das el colacao lo más rápido que puedes, porque si no al final vais a llegar tarde y eso te da una rabia... De camino al cole, tu hombrecito: mama, hoy conduzco yo! Y tú: que nooo, que no te sabes el camino y nos perdemos. Y él: que sí mama, porfaaaa. Total, que le dices que vale y te lías a dar vueltas de camino al cole, equivocándote de salida en cada rotonda y riñéndole por haberse equivocado, mientras él se parte de risa en su asiento de atrás. Y llegáis a la puerta del cole. Y entonces ves al resto de las mamás. Y empiezas a arrepentirte de no haberte puesto mona. Hay que ver. Dame un beso mi vida. Quién te quiere a ti? Tú. Cuánto? Todo. Tu hombrecito ya se sabe la lección más importante. Estás por llevártelo a casa a dormir un rato más. Pero en fin, ya que habéis llegado hasta aquí... Observas como entra su fila desde fuera. Adiós mama!! Adiós! Primer round.

14 de enero de 2010

Una noche cualquiera




Es una noche cualquiera. Hace frío y el viento golpea contra las ventanas. De vez en cuando, una puerta lejana se cierra, unos pasos, una cisterna... Esos ruidos cotidianos a los que te acostumbras sin más. Están dormidos. Bien abrigados; no hay calefacción. Pero no se abrazan, a esas horas ya no. Y entonces él se mueve. O ella. No se sabe. Pero se acercan. Y se besan, como por inercia, aún dormidos. Y el beso les sabe a poco. Y se besan otra vez. Esta vez lento. Y despiertan sumidos en el beso. Todo está oscuro y en silencio. Ellos siguen besándose, sin decir nada. Ya no tienen frío. El beso es húmedo, tíbio, apasionado. Y se funden en un abrazo. Y se aman. Cuando se disponen a dormir de nuevo aún no tienen frío, pero él la rodea con sus brazos como si acabaran de acostarse. Ella no sabe si ha llegado a abrir los ojos, pero sonríe.
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